El pato

Cuando nació Dot, fue acogido con expectación entre sus hermanos a causa de su mancha negra en medio de su pelambrera blanca. Como todo pato a los dos minutos de haber nacido empezaba a dar sus primeros pasos. El aprendizaje de un pato no difiere del resto de animales. Se basa un 50% en imitación de sus congéneres y el otro 50% de seguimiento de su instinto. Por lo tanto, empezó a comer a las horas en que lo hacían sus compañeros de manada. Dormía en la misma posición que el resto. Y se embarcaba en largos viajes migratorios cuando llegaba el momento. Así continuó su vida, repitiendo esta dinámica. A los 5 años conoció a la que sería su pata preferida: Dila, con quién tuvo 15 patitos. A los 12 años murió, precisamente cumpliendo la media de vida de un pato.


Ese era el resumen de un proyecto frustrado de un escritor para niños. Pretendía escribir una colección de historias basadas en un animal diferente cada una. Cuando terminó de escribir la primera, la del pato Dot, se quedó pensativo, de hecho no pudo dejar de mirar el cursor parpadeante del ordenador hasta que se le nubló la vista. Pensó: si escribiera la historia de un hombre en qué se diferenciaría de la de un pato? No supo qué contestar y se angustió. Pasó meses pensando y nada de lo que concluía le convenció.


Un día al borde de la desesperación, alzó los ojos y vio pasar unos patos que se dirigían hacia el sur. Se quedó petrificado. Había dado con la diferencia. Lo que llevaba meses buscando se le presentó cristalino en su mente. En un instante, a su imaginación se le antojó contemplar la escena como un tercero. Se veía a sí mismo mirando a los patos y los patos mirando su camino. Pero era más que eso, era un hombre mirando al cielo y uno patos mirando la tierra. También le pareció ver a un pato que se daba la vuelta y sonreía, un pato con una mancha negra en la frente.

1 comentario:

  1. Víctor, esto es literatura con MAYÚSCULAS, no lo que hacían esos mequetrefes de Chéjov, Tolstoi, Poe y demás muertos de hambre...

    Impresiona tu visión tan particular del mundo; han tenido que pasar años hasta que nuestra generación diera con un literato de tu altura, alguien a quien poder ensalzar (venerar) sin ningún miedo al ridículo.

    Gracias por hacernos un poco más felices con cada una de tus creaciones.

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